LA CASA DE BERNARDA ALBA
En el Laboratorio Teatral de PABELLÓN Nº 6 se han reunido un grupo de MUJERES, profesionales del teatro, con la intención de llevar ese grito de rebeldía contra la estúpida persistencia en el tiempo de la opresión patriarcal, que constituye la maravilla poética de LA CASA DE BERNARDA ALBA. Un viaje al pasado inmediato, apenas cuatro generaciones, para entender que las raíces de LA DESIGUALDAD Y LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER se nutren con la irracionalidad de los modelos culturales heredados. De todos es conocida la frase que culmina este clásico. Tras de la muerte de su hija, la gran matriarca impone la solución idiota de siempre: “¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio!”…. Nosotras nos negamos a ello.
Gracias Federico.
Olatz Ganboa, Vene Herrero, Idoia Merodio, Nagore Navarro, Leire Orbe, Carmen Pardo, Aiora Sedano y Yannick Vergara.
Adrián García de los Ojos
Izaskun Fernández
Mario Loza e Ibai Etxezarraga Álvarez
Ibai Etxezarraga Álvarez
Tere Ormazabal
Iñaki García (trm)
Zapatitos de Charol
Fermín Cariñena
Itziar Lazkano
Tras la muerte de su segundo esposo, Bernarda Alba se recluye e impone un luto riguroso y asfixiante por ocho años prohibiendo que sus cinco hijas salgan de casa. Cuando Angustias, la primogénita y la única hija del primer marido, hereda una fortuna, atrae a un pretendiente, Pepe el Romano. El joven se compromete con Angustias, pero simultáneamente enamora a Adela, la hermana menor, quien está dispuesta a ser su amante.
La casa de Bernarda Alba constituye un exponente más de la capacidad de Federico García Lorca para aunar la tradición y la vanguardia por medio de un teatro simbólico de índole muy personal que le sitúa entre los valores más destacados del canon internacional. El autor granadino continúa en el camino de la experimentación con temas, personajes y géneros de la tradición teatral, a los que presenta desde inusitadas perspectivas y filtra por el tamiz de unas modernas técnicas expresivas deudoras de las más renovadoras vanguardias del momento, junto con una profundización en las posibilidades connotativas de los símbolos.
La obra que García Lorca nunca vió
La casa de Bernarda Alba fue el último drama escrito por Federico García Lorca. Nunca lo vio representado. Pero él jamás se cansó de darle vida. El músico Alfredo Salazar también fue testigo de sus lecturas: «Federico leía su obra a todos sus amigos dos o tres veces cada día. Cada uno de los que llegaban y le rogaban que le leyese el nuevo drama lo escuchaba de sus labios en acentos que no hubiese superado el mejor trágico».
Estaba concebida para Margarita Xirgu. Fue ella, con su compañía quien la estrenó en Buenos Aires en 1945. A España, pese a sus tremendas embestidas contra toda una idiosincrasia amedrentada por el encierro, llegó más bien pronto. Fue estrenada con un éxito inmediato en Madrid en 1950, con Amparo Reyes como protagonista, seguida en 1964 de otra versión dirigida por Juan Antonio Bardem, en la que Cándida Losada encarnaba a Bernarda.
Hoy es un clásico indiscutible y todavía impactante, todo un fresco de lo que en algún momento demasiado largo ha sido el país en que nació, con claros restos que martillean la memoria colectiva. Su obsesión por reflejar la tragedia y el lenguaje rural con un tratamiento poético, la convierte en insólita.
Ese fue el aliento que le llevó a marcar época. Algo que desesperadamente, el propio Lorca explicaba así el mismo año, 1936, que la había terminado: «Tengo un concepto del teatro en cierta forma personal y resistente. El teatro es la poesía que se levanta del libro y se hace humana. Y, al hacerse, habla y grita, llora y se desespera. El teatro necesita que los personajes que aparezcan en la escena lleven un traje de poesía y al mismo tiempo que se les vean los huesos, la sangre. Han de ser tan humanos, tan horrorosamente trágicos y ligados a la vida y al día con una fuerza tal, que muestren sus traiciones, que se precien sus olores y que salga a los labios toda la valentía de sus palabras llenas de amor o de ascos».
Itziar Lazkano (Portugalete) es miembro fundador del grupo Karraka, y desde 1979 desarrolla su profesión de actriz. Recibió el Premio Ercilla a la actriz revelación en 1988, el Premio Rosa Agirre a la mejor actriz en 1995, y el Premio Jokulariak a la mejor actriz vasca en 2001. También se ha dedicado a la Docencia de Actores en la Escuela de Teatro de Basauri, en el centro Juan de Antxieta, en Artebi, en el Teatro Arriaga y de técnica vocal en la BAI.
Entre sus trabajos más destacados en teatro se encuentran: “El Florido Pensil” “Sueño de una Noche de Verano” “Brujas, ninfas y reinas”, “Hoy Última Función” “Orquesta de Señoritas”, “Lorquianas”, “Dulce puta”, “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero”, “Por los pelos”, y “BILBAO BILBAO”. En el Cine ha participado, entre otras, en “Pikadero” “Alaba zintzoa”, “Izarren argia”, “Visionarios”, “El coche de pedales” y “Pecata minuta”. En televisión ha participado en “Vaya semanita”,”Buen Agente” “Aida”, “El comisario”, “Periodistas”, “Lex”, entre otros.